viernes, 28 de marzo de 2014

'Me enamoré de ti y qué importa si no es sano'

Hablar de ti por no hablar del tiempo y lo jodido que es.  El espacio que le sobra ahora a mi reloj y el que me faltaba contigo. Me quedé entre sueños rotos y qué, ya no importa, se hizo tarde. ¿Y qué hago yo con mi corazón? Últimamente solo habla de ti, y no hablemos de mis ojos y de sus innumerables búsquedas esperando encontrarse con los tuyos. Y mis brazos, que qué vacíos están joder, que están y que estarán. Que estoy aquí contigo y sin ti. Lo de contigo es por los recuerdos y lo de sin ti, bueno, dicen que te has ido, yo trato de sentirlo. Se cierra y se abre siempre la misma puerta. O seré yo, que no soy capaz de pegar el portazo que mi vida necesita. Un constante tira y afloja, aunque no sé, a veces pienso que estoy pensando demasiado. Tantos 'ven' y tantos 'voy' que fallamos como tontos. Y yo qué iba a saber lo que dolerían las tormentas si contigo no sabía ni cómo sonaba la lluvia.

A quién le importa ya.

Ni que fuera fácil echar de menos. Te lo juro, estoy intentando aprender a vivir sin ti, pero ni si quiera sé como se hace. Y qué típica me volví, por mí más que por ti. Tengo la extraña manía de echarte las culpas de todo, y de dirigirme a ti, como si me fueras a leer, como si fueses a buscarnos de nuevo. Solo espero que no caigas en el maldito pozo del olvido porque no estaré para sacarte de ahí.

miércoles, 5 de marzo de 2014

La última letra, el último te quiero.

Él no era el típico chico que todas las chicas buscan, ese que conoces y lo último que se te pasa por la cabeza es enamorarte. No puedo hablar de su forma de caminar ni de como se perdía entre las miradas de la gente, pero sabía como calarte, dejarte huella sin poner un dedo encima. Adoraba su forma de hablar, de reír, y no porque fuese bonita sino porque venía de él. Que le he visto desde reírse de la gente hasta darlo todo por quien merecía la pena. No era el típico de un buenos días diario y se podía ir muchas noches sin deseartelas, pero estaba ahí. Llegué a encontrar el apoyo que necesitaba, sabía como escuchar, sabía quererme y joder, sabía como hacerme reír con esas estupideces que solo podían salir de él. No voy a mentir, adoraba hacerle enfadar, me gustaba que me hiciese sentir especial, la única entre tantas. Tenía sus días imposibles, como todos, y días en los que no esperaba hacer otra cosa que hablar con él. Desde pasivo hasta estresarse por la más mínima tontería. Va de duro sí, seguro de sí mismo y nadie sabe como se rompe cuando se lo propone. El orgullo por las nubes y la autoestima por los suelos. Me conocía sus límites y cuando estaba de más. Que me gané el título, que era mío y de nadie más. De noches imposibles a noches infinitas, de esas que marcan, de las que gustan. Me enamoré de cada parte de su ser, de como éramos uno, que de eso se trataba, de él para mí y yo para él. Cansada de decirles que eres la única persona que podría hacerme feliz de todo el universo y joder, ¿sabes lo grande que es? Y que hoy me encuentro aquí, con más de 7 meses de recuerdos a las espaldas, con sus 210 días y sus más de 5000 horas, que compartimos infinitas y te perdí en tan solo un segundo.

domingo, 2 de marzo de 2014

Como el que espera que solo te miren con los ojos.

«Que bastaba con entornar la mirada y que todos pensasen que reía». Caminaba segura de mí misma, podía mirarles y convencerles de que me comería el mundo, sí, hoy si. Pero ni aún cerrando los ojos lograba esconderme de la realidad, cansada de huir de ella. Y qué realidad. Sonreía y todos pensaban lo feliz que podía llegar a ser. No hacia falta llorar, ya estaba rota y el daño ya era irreversible. Que el error era un paso atrás, mirarles como lo hacía ayer, como si se pudieran reciclar los suspiros o volver por algún estúpido camino roto. Como un cálculo, un tiro y afloja sin más. Que no tenían ni que ser bonitos, conocía cada uno de los trucos, hacerles ver lo que quería que viesen. El mundo giraba y la dirección nunca cambiaba. Que no hacia falta saber sonreír, que bastaba con entornar la mirada y que todos pensasen que reía.